Escena uno:

Érase esta damisela y su fiel corsario, compartiendo una jornada de trabajo en una biblioteca pública —la ubicación de la misma es información codificada—.

Primero, dos encuentros extensos con educadores, en donde compartimos la experiencia de las Bebetecas, contamos cómo nos manejamos en los encuenbla, bla, bla.

Una cosa importante que aclaramos es cuál es el marco que damos a los familiares que van a las bebetecas con su bombón.

Básicamente son tres cosas: pasar bien, cuidar a sus bebés y no preocuparse de que algún libro se estropee. Los bebés los manipulan con entusiasmo y se los llevan muchas veces a la boca.

Después de los encuentros con educadores, teníamos dos bebetecas.

Tienen que hacerse la foto: se juntan unos quince bebés por grupo, con uno o dos adultos por cada pequeño, en general son sus padres.

Me concentro junto con Santi: preparamos el sonido, los libros, el micrófono inalámbrico, los almohadones, todo para que fluya lo mejor posible.

—Todo a favor —me repito—, todo va a estar a favor.

Resulta que mi forma de ser y mi experiencia, han llegado a encaminarse con este criterio: en una bebeteca todo tiene que estar a favor, la atención de los bebés es muy volátil y donde ella vaya yo voy. Esto implica que preparamos muchas cosas y que usamos solo algunas, a veces cosas imprevistas. Es largo de explicar, pero lo importante de esto es que me propongo no decir que “no”, sino más bien, cuando las papas queman, llevar la atención hacia otro lado. No puedo asegurar que me salga bien, sí puedo compartir que, la mayoría de las veces, salgo parada de surfear en la ola de la atención de los bebés.

Así, estábamos, todo pronto.

Se hizo la hora.

Van llegando: hermoso encuentro.

Se van, uy, qué lindo. ¿No habrán dejado alguno para mí? Me lo llevo para casa, solo uno más, ¡porfa!

No, no seas boba.

Bueno, Santi, se viene el otro taller.

El cansancio ya empieza a jugar a la mancha con nosotros dos.

¡Arriba!: ordenar, preparar, disponerse…

Es lo último, después nos vamos a casa con las chiquis.

Dale, si después lo disfrutamos pila, dale.

Dale, que ahora entran los bombones y nos los vamos comer a besos.

Ahí están entrando:

—Hola, ¿cómo están?

Hola, ¿cómo estás?

Hooooola, venga por acá, ¿pero cómo está?

Hola usted, ¿por qué ha traído un perro en la panza?

Hooola ¿qué? ¿que usté es más linda a upa de su mamá? Ahh… Y sí, yo pienso lo mismo.

Ah, pero han venido acompañado por una gran delegación, así da gusto. Pasen, pasen.

Hooola, señoritos que están por allá, ¿cómo les va?

Bueno, ya estamos todos.

Antes de empezar, les voy a decir algo a los más grandotes: tenemos que pasar muuuy bien, requete bien, tenemos que pasar bomba. Segunda cosa, estén muuuy atentos a sus chiquitos, todo está listo para ellos, pero como ya sabrán, ellos son hábiles investigadores de peligros imprevistos. Y última cosa, los libros están deliciosos, puede pasar que los quieran probar, no pasa nada, es parte de conocerlos. Si un libro se estropea ¡no los vamos a salir a correr por la biblioteca!

—Ja, ja —general—.

—Ah, hola. Miren, hay algunos para entrar que llegaron recién, pasen. Déjenlos pasar por ahí. Hola, mirá, acá hay un lugar para ustedes tres.

Entra una de las educadoras que estuvo en los talleres de formación con otra mujer de una edad similar, muy parecidas, que seguramente era su hermana. La hermana de la educadora tenía un bebé en brazos de unos seis meses.

Se pusieron los tres cerquita mío.

La hermana parecía estar a disgusto, obviamente estaba en la bebeteca para darle el gusto a su hermana educadora especialista en niños, que aún no tiene hijos. Se le notaba, no tenía ningún interés en estar en el piso, entre objetos ajenos, con su hijito en brazos que no paraba de aletear y querer tocar todo.

Los entrecejos iban y venían: entre la madre con el bebé, entre la madre con su hermana, y entre la madre y el piso, ¡por estar muy duro! La tía se desvivía por entretener al sobrino, que la verdad que no estaba muy a gusto, entre que sus adultos no estaban pasando bien y que lo tenían apretado como pollo arrollado, su ua ua ua no paraba.

Allí fue, que la tía le dio un libro pequeño de cartoné, se lo acercó a la mano, él pareció interesarse, empezó a darle vueltas y vueltas. Como era previsible para la edad, se lo llevó a la boca. Yo, que no sabía cómo intervenir, alenté a la tía con la posibilidad de que su sobrino investigue ese libro. A la madre le entró un chucho por la espalda y se le pararon las cejas.

—¡No!, ¡no te lleves el libro a la boca!

El bebé, como buen humano de seis meses, siguió investigando con su boca. La madre estaba a punto de depilarse la cejas con tijera escolar, no aguantó y se desbocó.

—No —le dijo— ¡es caca! ¡El libro es caca! No te lleves la caca a la boca.

¡Ay, no!, me desinflo solo de escribirlo.

No sé porqué tenemos esa costumbre tan tonta, me pregunto si en Finlandia también la tendrán. Eso de decirle a los bebés que todo lo que no se puede llevar a la boca es caca es increíble, es algo inexplicable, ¡pero decir que el libro es caca es imperdonable!

Me salió un no desde el estómago que no me lo paró ni la experiencia, ni la formación, ni el ridículo ante las demás familias. Nada lo paró.

—¡No le digas que el libro es caca! Por favor.

Más que como un rezongo, me salió como una plegaria.

La tía no sabía dónde meterse, la madre del bebé me miraba con cara de esta no entiende nada de bebés, seguro que no tienen hijos. Los otros padres, desconcertados, no sabían si limitar a sus bombones o dejarlos deambular y yo no sabía dónde meterme. El único feliz era Santi, mi corsario, que se tentó de la risa.

Información a los posibles participantes de mis bebetecas:

Nunca digan que un libro es caca. Ya sé, no debí rezongar a la madre, pero me salió del estómago. Intentaré no repetirlo, no sé si lo lograré.

De todas formas, aunque no sé mucho de nada, sigo pensando lo mismo: un libro no es caca.

15 respuesta a “Escena uno:”

  1. Claro que un libro no es caca ! Un libro es un tesoro maravilloso que encierra palabras, sonidos, imágenes y mucha magia ! Felicitaciones Gabi y Santi por ayudar a los bebes a descubrir esa magia !

  2. Muchas gracias, por compartir sus saberes y si que nos ha pasado , cuando un niño se lleva un libro a la boca decimos es caca, que importante son los libros, hay que construir juntos,y ver que pasa a los adultos con los libros

    1. Gracias, Mariela por tu comentario.
      Sí, parece que es una práctica que tenemos instalada sin pensarla mucho.
      Muchas gracias por tus comentarios, hasta pronto.

  3. Muy bueno, si es una costumbre por miedo a que lo ropa, a que tengan germenesy bacterias que tenemos las madres por eso actuamos sobre proctectoras, pero si es un mal habito que no deberiamos hacer, muy bueno nos hace reflexionar.
    Saludos
    Maria

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