La misma damisela de la escena anterior y su fiel y conocido corsario siguen su camino: leen, cantan, aúpan, gatean, arman, juntan, charlan, ríen, dan besos, lagrimean y, hasta a veces, hacen pucherear a algún grandote. Avanzan por tierras conocidas y desconocidas, enterrando banderines en el mapa. Otras veces, desde su cucha se dedican a las tareas secretariales: responder, avisar, confirmar, compartir fotos, etc.
Érase esta damisela mirando fotos de diferentes momentos del trabajo: qué lindo, qué linda foto, qué hermoso momento —suspiraba.
Debo confesar que nunca me gustó que me saquen fotos, no pasé por el sueño adolescente de posar ante una cámara con boca de pez. Me salió chúcara la nena —repite mi mamá.
Pasan los años, la vida toma rumbos imprevistos, y ahora las fotos de nuestro trabajo me dan satisfacción, reconozco en ellas momentos que me recuerdan nuestras motivaciones.
Todo esto parece sacado de atrás de un pino, pero no.
Las nuevas tecnologías hacen que, en una bebeteca, fotos sea igual a celular, y cuando aparecen los celulares todo se torna escabroso.
Conversación, interna y externa, entre la escena bebeteca real y mis pensamientos:
¡Qué ganas de jorobar!, no se da cuenta que el celular la aleja de su hijo, le pone una muralla iluminada al medio.
No digas que no, Gabi, todo es a favor.
¿Y si es la primera vez que vienen a la Biblioteca Nacional y quieren dejarle a ese bebé un registro de ese momento?
Todo es a favor, todo es a favor.
¿Y si nunca habían compartido un espacio como este y están chochos, y la emoción les gana?
Pero cómo joroban con el ruidito
¿Y si es la manera que tienen de decirle que él es importante?
—Bueno, queridos, vamos a hacer una cosa, cuento hasta tres, sacan todas las fotos que quieran, y cuando diga ¡ya! todos los celulares desaparecen.
¿Qué tal? Siempre hay un grupito que se se alivia y suspira un ¡si!. Se ve que van a mi mismo grupo de autoayuda.
—Si escucho un pip pip, me lo quedo, ¿eh?
Bueno, ya se sabe que no es en serio, además no sabría hacer andar esos mega aparatos.
Todo está a favor, todo está a favor.
¿Y cuando te encontrás con que parece más importante sacarle una foto leyendo a un bebé que leerle, o que cuidarlo?
¿Y cuando van dos veces que me pasa que adorables abuelitas, de esas que están en lo alto del ranking familiar, filman a su bombón y quieren ver en el acto cómo les quedó el video?, ¡antes de que termine la lectura! Es increíble el efecto que me provoca el hecho de estar terminando un libro y escuchar a la vez mi voz de hace un minuto desde un celular. ¡A la vez el final y el principio! Son efectos increíbles que solo personajes encantadoras saben hacer.
Aclaro que amo a las abuelas, ¡pero quién le regaló ese celular!
Todo está a favor, todo está a favor, por favor.
—Ay, qué divina que es. ¿cuánto tiene? Ah, seis meses, es re chiquita. Ah, es la primera vez que salís sola con ella, ¡Guau!, qué responsabilidad.
Señora, por favor, razone, no se le ocurra dejarla sola en un almohadón para sacarle una foto. Por favor, es chiquita, ¡qué necesidad! Guarde el celular, señora, y saque su sentido común.
Bueno, es que esta abuela ama a su nieta, y quiere para siempre guardar un recuerdo de su primer salida.
—¿Que querés sacarle una foto?, ah, bueno, ¿Te parece que queda sentadita sola? Ah, no sabés. ¿Arriba del almohadón…? ¿Te parece?
Ya me está cayendo medio mal esta linda abuelita.
No le digas Gabi, todo está a favor, no sumes un no.
Yo, si fuera la madre de la bebé, no se la dejo ni loca.
—Ay, me parece que no queda sentada solita, después sacás la foto. Está tan bien así. ¿Igual le sacás? Ah, pero ¿la dejás solita en el almohadón? Ay, pero se va de costado, ¡ay! se cae, andá, dale. Ey, ¡mirá que se cae!, después le sacás la fo…
A la señora la mato.
—GUAAAAAAA GUAAAAA GUAAAAA
Aunque no lo crean, sí. La bebita quedó sentada sola en un almohadón mientras que, su querida abuela estrenante de salidas a solas, la dejaba a varios metros para poder sacar una foto que nunca salió. La bebé cayó de costado, nada grave, pero si han tenido una bebita de seis meses con ustedes, saben que una caída desde un almohadón puede generar un revoltijo de sus pequeñas extremidades equiparables a un terremoto.
Es difícil, y muy subjetivo, definir cuándo es oportuno quedarse con un recuerdo hecho imagen de instancias con nuestros bebés. Yo no sabría decir mucho al respeto, lo que sí puedo aportar es que, la mayoría de las veces, las cámaras que están en manos de tus queridos alejan, lo viví así más de una vez. Pareciera que nuestros grandes se proponen registrar el evento más que vivirlo. Es como que en vez de ir a en lugar acompañado de tu mamá, fueras acompañado de alguien que hace un documental de tu vida.
Por otro lado, ¿con qué recuerdo se quedarán nuestros niños? ¿con el recuerdo de cuando le sacaban fotos o de cuando le leían cuentos?
En la peripecia pasada concluía que un libro nunca era caca.
En esta escena les mando otro pilar: que saquemos fotos de nuestros bebés en una bebeteca no tiene porqué implicar que le estés aportando a su vínculo con la lectura.
En fin, se vienen las vacaciones: menos fotos, más vivencia de las que se registran sin máquina.
Genial Gabi ! Las fotos pasan , los cuentos se quedan ! Las fotos se borran, se pierden, se olvidan….y un cuentobien narrado o bien leido quedará por siempre formando parte del mundo interior de ese pequeño.
Que gran verdad, nos pasa lo de la foto
¡Es una lástima que dejemos pasar los momentos por querer capturarlos!
Muy linda lectura, gracias por compartir estas acnedotas.
¡Y las que todavía no llegué a escribir! Ja, ja.
Me encantó, es una lucha el tema tecnología! Nos pasa que siempre tenemos que aclarar en el caso nuestro que trabajo en Experiencias Oportunas y van los bebés acompañados por un adulto referente. Sobre el uso de celulares, a veces optamos por dejar un momentito para alguna foto puntual. Pero hacemos siempre referencia que ese momento es para jugar con sus hijos y compartir un momento de vínculo, especial.
Es una buena estrategia delimitar un momento concreto para sacar alguna foto. Entiendo las ganas de tener un recuerdo de los momentos, ¡pero qué invasivo que resultan los celulares todo el tiempo! Gracias, Sofía