Escena cinco

El mayo uruguayo:

¡Ay, mamita! Para los que nos dedicamos al mundo de los libros en Uruguay, terminar mayo con energía es como llegar a la comida de un 31 de diciembre con toda la familia bañada a lo de la suegra.

Sí, el 26 de mayo celebramos el día nacional del libro. Es una alegría compartida y, también, un desastre organizativo. Tooodas las escuelas, colegios, Centros Caif, bibliotecas, etc. proponen actividades, por ende nuestro trabajo se multiplica. Claro que todos quieren que, en lo posible, si no molesta, si es que podemos, vayamos a hacer una actividad el mismo día 26 y, preferentemente, en la tarde y, si es posible, hacia el horario de la salida y…  ¡Por suerte este año cayó domingo! Así que los días posibles se trasladaron al viernes 24 y al lunes 27. Como es imposible que nos clonemos, el mes entero se convierte en una travesía.

Travesía inolvidable la de este mayo, con los siguientes puertos donde nos llevamos variadas imágenes:

—inauguramos una biblioteca a cuatro cuadras de casa. Es chiquita, pero muy rendidora. La verdad es que no teníamos ni idea de si no iba a ser una pérdida de tiempo.

Nos llovían dudas vecinales:

¿una biblioteca acá? Los gurises no leen,

¿están seguros de poner plata en arreglar ese lugar, está muy venido a menos,

ah, no nena, nosotros no vamos a ese tipo de lugares, más bien un lugar para tomar algo es lo que puede funcionar.

¿es para mandar a los nenes a hacer los deberes vigilados? (¡plop!)

Bueno, Invertimos mucha energía, nosotros y varios amigos de los que ayudan sin preguntar: tiempo, recursos, ganas, ilusiones, stresses (¡el día de la inauguración se escuchaba el cuich cuich de los zapatos en la pintura del piso casi seca!), etc.

Nos quedamos con una foto interna de ese día que nos rendirá por mucho tiempo. De los días más lindos del mundo (por aquí algunas fotos, de las externas, je:   Inaugurción de la biblioteca)

-también paseamos por varios rincones de Uruguay: Maldonado, San José, Soriano, Montevideo y nuestra Colonia. Intenso y hermoso cada segundo: por ejemplo, fue nuestra primera vez en hacer una bebeteca en el  Centro de reclusión femenino, en el sector que están las reclusas con sus hijitos muy chiquitos. Una experiencia removedora e imprescindible. Dentro de esa complejidad, celebramos estas iniciativas: nos quedamos con el suspiro que soltamos al salir, el suspiro satisfecho de sentir que significó algo lindo también para ellas.

entre medio tuvimos el estreno de una obra, Nanas de papel, que nos llenó el corazón: mucho nervio, mil ensayos, puro apronte y la alegría de que ese día llegó una hermosa niñita brasilera, que había ido unos días antes a la presentación de nuestro disco Una bebeteca.

Olha mamai, olha mamai, é ela, é a Paluma bunbuna, mamai.

Esa era yo, la Paluma bumbuna, una canción que cantamos, cantamos y cantamos. Nos disfrutamos las dos como hacen los niños, sin escatimar, como si fuera la última oportunidad: La brasilerita y la Paluma bumbuna

y, como si no fueran suficiente cosas nuevas, junto con Gabi Rodriguez, una amigaza, nos sacamos el gusto de cantar canciones de Sebastián Monk en la hermosa Sala Zitarrosa. En una sala llena de amigos y emoción, trajimos a un autor que nos eriza hasta el tuétano. Quien lea esto no se lo pierda. Si no encuentra por el mundo real o el cybernético algo de él que le parezca emocionante es que no buscó bien, pida orientación por este medio que con gusto lo llevaremos a ese camino sin retorno que es su obra. Lo gozamos como si se nos fuera la vida en cada canción. Él no necesita nuestra interpretación, pero nosotros sí necesitamos cantarlo, nos hace bien. Desde donde él esté, nos mandó de regalo a su hermano, que se cruzó el charco para estar presente con nosotros. Un honor, otro erizamiento generalizado.

bueno, y lo último que compartimos. Los domingos en nuestra biblioteca vienen siendo de las mejores decisiones que tomamos. Todos los domingos llegan los «socios», ya son 51 y van 101 préstamos en cinco jornadas, ¡y miren que vivimos en un balneario de unos 250 habitantes! , aunque la palabra «socios» me suena demasiado empresarial para nombrar a los protagonistas de las postales que recolectamos. A saber:  un domingo de mucha lluvia y viento apenas había aparecido una sola niña con su mamá, faltaba media hora para cerrar y por suerte el agua amainó un poquito. En tres minutos cayeron ocho niños en bici, a todo lo que da, a elegir libros. Una alegría verlos llegar medio mojados a todo pedal, una alegría verlos elegir con ojo agudo y veloz para poder volver sin lluvia y una alegría el comentario del más chico de los bicicleteros, de unos cinco años, que resolvió ponerse el libro calzado en el pantalón abajo del buzo y decir: ¡me llevo la panza llena de libros! Una delicia. El domingo de hoy no se quedó atrás en pintoresco: cayó Lola, una niñita habitué, ¡a caballo! Sí, sí, sí, a caballo como lo leen, causó furor y prometió, como el caballo es muy mansito, el próximo domingo animarse a elegir el libro arriba del caballo adentro de la biblioteca.

Yo volvía a casa segura de terminar mayo con una galería de momentos maravillosos, respirando profundo, tipo película cuando vas re copada y parece que todo es atardecer. Dejé las cosas en el sillón y mientras le contaba a Santi lo de Lola y su caballo, golpearon la puerta. Tres nenitas, nos habíamos conocido en su escuela esa semana, se animaron a tomar nuestra invitación de que, si no las dejaban ir a la biblioteca, se animaran a venir a casa a pedir libros. Así fue:

Hola Gabi, mi papá no nos llevó a la biblioteca, pero le pedimos para venir con él al almacén y está ahí adentro. (Miradas pillas) ¿Nos prestás libros? Ah, y además ensayamos el trabalenguas que cantaron ustedes el otro día, ¿querés escuchar? 

No se puede pedir nada más para este mayo que fue de los mejores de mi vida.

A continuación una foto de pésima calidad, pero imprescindible de sacar, de nuestra usuaria ecuestre:

 

12 respuesta a “Escena cinco”

  1. Me encantó la iniciativa,las peripecias, la narración tal cual, la actitud, y el corazón, cansado pero lleno de emociones!! Que alegría para esos niños. Divinos

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